Un sexto de cuento, un sexto de poesía, un sexto de leyenda, un sexto de moraleja, un sexto de parábola, un sexto de realidad.
La loca y el borracho...
En su aposento de nuevas promesas
bajo aquel arbusto, la loca hace su lugar
panales de huevo su lecho son, plástico
ropa usada de vecinos y ahora un viejo colchón.
Al lado del colegio y tránsito de vecindad
ajena, todos la ven, presa de necesidad
a la pequeña mujer desechada y semi-vestida
todos saben cuál pasión domina su lugar
es el espíritu de amor y sexo de ciudad
y aquí, ella, en la sucursal del cielo
la más baja oferta del amor.
Espejo disonante, amorfante o conformante...
expresión minia, sin prejuicio, sin orgullo y sin amor
recuerdo vago de impulsos dominantes, también
llamado al orden, la mesura y la cordura
a añorar el significado gigante del verdadero amor.
El borracho circulante, merodeando, aparenta ser
presa de impulsos animales, mientras ronda
la casa de muñecas y palacio de su amor
Quien podría saber, si la historia
nace para ambos en la cordura del amor
y hoy, sólo residuos de existencia son!
Pasan días y siempre ahí la loca está, en su jardín
su permanencia muestra que la demanda se da
sabrá ella de pobres hombres y borrachos
que en su laberinto de deseos, encuentran
en oscuridad y silencio, en ella la salida.
Y también claro, están las otras locas, recordemos
que conocen de hombres de casa y de señora
de familia y de respeto, que igual de saco
de puesto, título y honor, en segunda vida
circulan ocultos, discretos, por aposentos pares
haciendo por placer y siendo iguales
a la propia loca y su borracho
en este cuento urbano.
Que consuelo nos dan!
Qué fácil es confundir sexo, deseo y amor
y luego en sueños locos o en razón
andar, impíos, esclavos del órgano de “amor”
Confusos y borrosos, aparecer casi como
“La loca y el borracho”, frente a los ojos de Dios.
QDNB.
La loca y el borracho...
En su aposento de nuevas promesas
bajo aquel arbusto, la loca hace su lugar
panales de huevo su lecho son, plástico
ropa usada de vecinos y ahora un viejo colchón.
Al lado del colegio y tránsito de vecindad
ajena, todos la ven, presa de necesidad
a la pequeña mujer desechada y semi-vestida
todos saben cuál pasión domina su lugar
es el espíritu de amor y sexo de ciudad
y aquí, ella, en la sucursal del cielo
la más baja oferta del amor.
Espejo disonante, amorfante o conformante...
expresión minia, sin prejuicio, sin orgullo y sin amor
recuerdo vago de impulsos dominantes, también
llamado al orden, la mesura y la cordura
a añorar el significado gigante del verdadero amor.
El borracho circulante, merodeando, aparenta ser
presa de impulsos animales, mientras ronda
la casa de muñecas y palacio de su amor
Quien podría saber, si la historia
nace para ambos en la cordura del amor
y hoy, sólo residuos de existencia son!
Pasan días y siempre ahí la loca está, en su jardín
su permanencia muestra que la demanda se da
sabrá ella de pobres hombres y borrachos
que en su laberinto de deseos, encuentran
en oscuridad y silencio, en ella la salida.
Y también claro, están las otras locas, recordemos
que conocen de hombres de casa y de señora
de familia y de respeto, que igual de saco
de puesto, título y honor, en segunda vida
circulan ocultos, discretos, por aposentos pares
haciendo por placer y siendo iguales
a la propia loca y su borracho
en este cuento urbano.
Que consuelo nos dan!
Qué fácil es confundir sexo, deseo y amor
y luego en sueños locos o en razón
andar, impíos, esclavos del órgano de “amor”
Confusos y borrosos, aparecer casi como
“La loca y el borracho”, frente a los ojos de Dios.
QDNB.
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